Este artículo es parte de Diagonal Biobío, newsletter semanal escrito por el periodista Maximiliano Alarcón. Si quieres recibirlo a primera hora cada viernes en tu correo, antes que se publique en Sala de Prensa, suscríbete aquí.
Este lunes 22 de abril el Tribunal Oral en lo Penal de Temuco condenó a Héctor Llaitul Carrillanca, vocero de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), por delitos de Ley de Seguridad Interior del Estado, usurpación violenta de predio, hurto simple y atentado contra la autoridad.
El próximo 7 de mayo se conocerá la sentencia en contra del dirigente mapuche, en la cual arriesga hasta 25 años de presidio efectivo.
En ediciones anteriores de Diagonal Biobío abordamos este caso, incluida una entrevista al vocero de la CAM en la cual acusó que el origen de este juicio se basa en una teoría del hoy cuestionado abogado, Luis Hermosilla Osorio, quien cuando se presentó la querella en 2020 era el asesor de esta materia en el Ministerio del Interior del gobierno de Sebastián Piñera Echenique.
Pero el impacto de la condena a Llaitul es amplio en términos políticos, puesto que es una avanzada que otros gobiernos no consiguieron.
Durante el segundo mandato de Bachelet, se le imputaron una serie de delitos a Llaitul, los cuales hoy son recordados como la fallida ‘Operación Huracán’, que resultó ser un montaje de Carabineros.
En tanto, durante la segunda gestión de Piñera, tal como se mencionó más arriba, se originó la querella que hoy encarcela al dirigente.
Para las nuevas generaciones de la izquierda esto es relevante, puesto que finalmente es el presidente Gabriel Boric Font quien pasará a la historia como el que se lleva este triunfo del establishment, puesto que fue su gestión la que amplió la querella en 2022 a delitos de Ley Seguridad Interior del Estado.
Durante las huelgas de hambre de 2010 y 2011, tanto Boric como la actual ministra del Interior, Carolina Tohá Morales, y el ahora subsecretario del Interior, Manuel Monsalve Benavides, mostraron solidaridad con Llaitul durante su presidio.
Hoy evidentemente la línea política es distinta y puede interpretarse de dos maneras: estamos frente a un gobierno exitoso en la política de disminuir los casos de violencia en la llamada macrozona sur, pero a la vez la izquierda hipotecó el futuro de un tema que fue esencial dentro de su discurso en materia de Derechos Humanos en los últimos años.
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