Sin duda, este 2024 fue un duro año para el Biobío. En materia laboral e industrial, el cierre de Huachipato marca un antes y un después.
Los números no acompañaron. Pese a la tan famosa salvaguarda, la empresa desistió de los esfuerzos y determinó su cierre. El alto horno se prendió por última vez en septiembre, mismo mes en que se anunció con bombos y platillos el Plan de Fortalecimiento Industrial del Biobío.
Un caudal de proyectos correrían con ventaja para emplear a los obreros que Huachipato dejaría en el desempleo. Esa palabra que tanto asusta, y con justa razón, se instaló fuertemente en la región tras los consecutivos cierres de áreas industriales del siglo pasado. Ya lo vivieron Coronel y Lota, ahora le tocó a la siderúrgica.
La desindustrialización es crítica en el Biobío
Desde Sala de Prensa consultamos sobre lo que significa y el proceso en que se enmarca el cierre de la acerera al Dr. Ariel Yévenes. Es ingeniero comercial, magíster en industria y académico de la Universidad de Concepción.
“El cese de operaciones de Huachipato se circunscribe a un proceso […] que dice relación con la desindustrialización muy brusca y acelerada que ha tenido la región del Biobío”, comentó. El cierre de la siderurgia es un gran golpe “por la cantidad de empleo directo, como por la red de proveedores y prestadores de servicios”.
Sin embargo, para Yévenes, y en general la voz experta y de quien está atento, no hay nada sorpresivo. “Cuando uno lo analiza en una serie un poquitito más larga, se encuentra con varios cierres emblemáticos y que no habían hecho noticia de la forma en que lo hizo Huachipato“, aseguró.
Aserraderos, líneas de producción en el área forestal, y si nos vamos más atrás, textiles, zapaterías y “una gran cantidad de comercios tradicionales”, agregó. “Es un proceso muy brusco y muy profundo de desindustrialización. Huachipato es la gota que rebalsa”.
“Huachipato es la gota que rebalsa” la desindustrialización en el Biobío
“Tenemos una región que conforme se desindustrializa y su capacidad manufacturera se pierde, se va transformando aceleradamente hacia la industria de servicios. Esa transformación no es con los niveles de productividad por una razón muy sencilla. […] Los trabajadores que tradicionalmente se han desempeñado en la industria manufacturera tienen conocimientos que no encuentran cabida en la industria de servicios con relativa facilidad”, lamentó.
“Hay niveles de productividad y mejores empleos en la zona norte, mientras nosotros en la región seguimos perdiendo estas capacidades. Hay que preguntarse qué ocurre con todas las competencias laborales. Es un proceso bastante más profundo, que dice relación con las dificultades para la diversificación productiva, pero también con lo estancada que se encuentra la inversión”.
“Se requieren incentivos urgentes para que sectores que generan mano de obra, como la construcción, puedan repuntar y reactivar con ello la generación de empleo y de calidad”. Finalizando, el Dr. Yévenes recalcó que este ciclo virtuoso ayudaría a “repuntar el tironeo hacia las redes de proveedores” que entregan servicios y productos a las empresas grandes.
La complejidad del asunto sobrepasa lo que alguna vez se pudo dimensionar. Las inversiones del Grupo CAP, en tanto, no se detienen. El acero era el problema, pero sus otros productos mineros e industriales se posicionan en vista de un futuro mediano y lejano.