El 27 de Febrero de 2010 (27-F) fue sábado.
Habíamos apagado hace un rato la tele porque estábamos viendo el Festival de Viña del Mar. Ricardo Arjona se había presentado esa noche de viernes para sábado.
Sólo alcanzamos a dormir un par de horas. A las 3 de la mañana con 33 minutos desperté con un ruido extraño, profundo, ronco. Era como un tren en marcha que se acercaba cada segundo a la casa. De fondo los perros ladrando sin cesar.
Un minuto más tarde, a las 3 de la madrugada con 34 minutos se desató la furia. De inmediato supe que era un terremoto gigante y de inmediato supe que toda la familia debía salir de Talcahuano, porque era obvio que venía un tsunami.
En el siguiente registro de Youtube se puede adivinar la magnitud del sismo…
Después de transitar a tientas por la casa, chocando con la paredes, pisando los libros que habían caído por la escalera, logramos llegar al patio con los niños, ambos de pocos años.
El terremoto fue eterno; uno, dos, tres, cuatro minutos y la tierra y la casa no dejaban de moverse. Era una pesadilla.

Las alarmas de los autos sonaban por todos lados. Salimos de la casa tan rápido como pudimos, casi no vimos vecinos.
Teníamos que apurarnos sabíamos que podía venir un tsunami y además debíamos visitar a la familia en Concepción que vivía en viviendas de material mas bien ligero.
Oscuridad total, caos, gente corriendo, llorando, nadie entendía mucho, sintonizamos una radio de Argentina que informaba del megasismo (el terremoto cruzó la cordillera).
En la autopista Concepción-Talcahuano cables de alta tensión cruzaban la vía. Un automovilista -seguro más desesperado que nosotros- en una maniobra peligrosísima tomó esos cables de alta tensión con las manos y los levantó para que pasaran los autos.
En la costanera no pudimos avanzar. Cerca del puente Juan Pablo II habían colapsado grandes tramos de la vía, tuvimos que volvernos contra el tránsito (nadie respetaba la Ley del Tránsito) y entrar por el centro de Concepción. Desde Avenida Paicaví vimos los destellos del gigantesco incendio de la Facultad de Ciencias Químicas de la UdeC, también en medio de la noche vimos la torre de calle O’Higgins que había “colapsado” sobre su propia estructura.


Después de un viaje eterno logramos juntar a la familia en Pedro de Valdivia Bajo Estaban todos bien, aterrados, pero bien. Aunque la casa de mi madre no aguantó el zamarrón y tuvo que ser demolida posteriormente.
Esa noche no durmió nadie y no sólo por las cientos de réplicas, sino porque sencillamente el temor era demasiado.
Al otro día era sábado y no se trabajaba, pero el deber como periodista llamaba todo el rato y llegamos al TVU para saber de los compañeros y compañeras.
En el frontis del edificio instalamos un papel y pusimos los nombres de los que esa mañana llegaron “estamos bien junto a la familia” firmaban algunos después de poner sus nombres. Afortunadamente todos firmaron.
Era imposible salir al aire, la instrucción fue hacer registro de la tragedia. Nadie sabia nada, no sabíamos del tsunami en Talcahuano, habían rumores de maremoto en Dichato, pero ninguno de nosotros pudo a esas alturas evaluar el nivel de tragedia de la que estábamos siendo protagonistas. Era el medio día del sábado y se sabía muy poco, los mensajes corrían de boca en boca porque no había electricidad ni redes, ni nada.
Este es un registro histórico, el más largo que encontré y que da cuenta de los daños que dejó el maremoto del 27-F en Dichato.
No podemos olvidar las lecciones que nos dejó el 27-Fhttps://t.co/Qzcepg2zA7— Hugo Varela Mora (@hugovarelamora) February 26, 2025

Más tarde se fue develando el nivel de la tragedia, el terremoto afectó la zona mas poblada de Chile, 8 millones de afectados, el Alto Río, Talcahuano destruido, decenas de caletas pesqueras desaparecieron, los saqueos y el terremoto social, pasaron un par de semanas para que llegara el agua en el puerto, las vertientes salvaron nuestras vidas aquellos días.
No son muchos los registros del maremoto en Dichato, en el siguiente video de Youtube se observa una de las ultimas grandes olas que ingreso al balneario destruyendo todo a su paso.
De ahí en adelante la historia es conocida.
De estos hechos han pasado 15 años y el apagón de este martes trajo a la memoria la sensación de caos e incertidumbre que vivimos.
En Chile dicen que cada generación debe vivir al menos un terremoto como el 27-F. Era nuestro turno.