Soy de aquellas personas que evitan las aglomeraciones, por lo que prefiero salir en invierno a recorrer algunas playas cercanas… y vaya si tenemos una amplia variedad para escoger en nuestra zona. La elegida esta vez fue Colcura.
La pequeña localidad, que en mapudungun significa “Piedras coloradas”, está ubicada a unos 5 minutos de Lota, hacia el sur. Desde Concepción, en un día sin la clásica congestión de la ruta 160, me demoré unos 45 minutos.
A un costado de la carretera se levantan tímidas algunas viviendas, mientras que hacia el otro costado me encuentro con su playa, su costanera, algunos restaurantes y cocinerías y su historia.
Los secretos menos guardados de Colcura
Seguramente para nadie es un secreto que caminando hacia el sur por la vía férrea hay varios túneles que visitar.
Los más conocidos y los primeros a los que llego son los túneles gemelos, pero lo que me mueve no es solo el destino final, sino que el recorrido completo, porque hay mucho más que ver.
En el canal de Youtube de Sala de Prensa hay un video muy bueno sobre este recorrido
A medida que avanzo y dejo atrás la playa, puedo apreciar cómo la humedad clásica de un sotobosque va formando una capa resbaladiza a mis pies, sobre y junto a la línea del tren, lo que me obliga a extremar los cuidados, porque soy especialista en “comprar terreno”, donde sea que vaya.
El paisaje me cautiva. No importa si voy en invierno o verano, es realmente impresionante. Por un costado la cordillera de la costa y por el otro, el amplio océano Pacífico me invitan a detenerme cada cierto tiempo para impregnarme de las sensaciones que me rodean.
Así, un paseo que no debiera superar los 30 minutos puede tomarme varias horas.
Compañeros de viaje
Desde la última vez que hice este trayecto -hace un poco menos de un año- el panorama se ve diferente.
Los efectos de los últimos sistemas frontales son notorios. Gigantescos árboles sucumbieron a la fuerza del viento y al deslizamiento del terreno bajo sus raíces y ahí están, a la espera de que ágiles motosierras y fuertes yuntas de bueyes los transformen en materia prima.
En el camino me acompañan decenas de picaflores que con su característico canto ocultan la presencia de otras especies que sé muy bien habitan estos parajes boscosos.
Por la otra orilla, predominan las gaviotas dominicanas y las crías que con su característico plumaje café son mecidas suavemente por el oleaje.
Un regalo al final del arcoíris
Sí, es cierto… el día estaba completamente despejado y no había ningún arcoíris, pero me pareció una analogía precisa para coronar este paseo.
Y eso es porque -con un poco de esfuerzo y de paciencia- logré visualizar a lo lejos, juguetones, algunos ejemplares de chungungo, la nutria más pequeña del mundo, que habita zonas litorales rocosas desde el norte de Perú hasta el Cabo de Hornos.
Sin embargo, entre la región de Valparaíso y la Araucanía son escasos y difíciles de ver, más aún de fotografiar, porque son unos expertos buceadores, capaces de nadar con soltura entre el oleaje más desafiante.
No todo es perfecto
Lamentablemente, como en prácticamente cualquier lugar que visite, lo más triste es encontrarse cada cierta distancia con basura de distinto tipo. En la playa vi envases de desodorantes hasta botellas.
En el camino a los túneles, botellas de cerveza y bebidas, latas, empaques de galletas afean el paisaje.
Por eso mi invitación es a que cuando visites Colcura, o donde elijas ir, por favor, llévate tu basura de vuelta a casa.
Y disfruta!!!
Spoiler: en una próxima visita, iré al Fuerte Colcura